18 de Febrero 2005

Relato - Por una mirada

Como cada viernes por la noche la rutina de salir me arrastraba. Todavía había poca gente por la plaza. Era muy temprano, apenas las once y media. El hecho de que el botellón estuviese prohibido no evitaba que cientos de jóvenes lo siguiésemos haciendo sin ninguna repercusión. Una botella de Cacique para cada dos o tres era la medida. Allí estábamos nosotros, producto de nuestra propia inercia, junto a un banco de piedra en torno a unas botellas y unos hielos. Aún faltaba por llegar uno de nuestros amigos, así que fuí a buscarle dando una vuelta por la zona. Entonces la vi. Nuestras miradas se cruzaron durante unos pocos segundos. Unos grandes ojos verdes que parecían atravesarme y llegar a acariciar mi alma. Sin más, desapareció. Busqué con la mirada y hasta pasé por la zona donde la vi, pero ya no estaba.

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Finalmente pude encontrar a quien buscaba y volvimos con el resto, no sin cierta inquietud por mi parte. ¿Dónde se había metido? ¿quién era? La noche continuó por los mismos derroteros que acostumbraba hasta que gastamos la bebida. Esta vez me tocaba a mí ir a por más hasta el quiosquillo ilegal de la vieja. Un zulo de poco más de cuatro metros cuadrados donde un matrimonio de ancianos hacían el Agosto a base de vender bebidas alcohólicas de incógnito a precio de oro.

A punto estaba de salir de la plaza cuando la encontré. Estaba allí, frente a mí. A menos de un metro. Por un instante pareció que la calle se había quedado vacía, solo para nosotros. Yo casi no podía moverme fruto del hechizo de sus ojos. Grandes esmeraldas verdes engarzadas sobre una piel de porcelana digna de un ángel. Sin mediar palabra nuestros labios se rozaron en un susurro y cogidos de la mano caminamos. Todo era como un sueño. Paseamos largo rato sin decir nada hasta un parque alejado. Nos sentamos en un banco y hablamos durante horas conociéndonos lentamente. Empezaba a amanecer cuando nos levantamos para irnos a mi casa. El resto del mundo no importaba. No había avisado a mis amigos, pero eso daba igual ahora. Al llegar nos sentamos en el sofá y seguimos charlando mientras tomamos una copa. Ella era de otra ciudad y tan solo venía de vacaciones con unas amigas que ahora mismo la estarían buscando desesperadas, pero todo podía esperar. Nuevamente sus labios se unieron en un tímido arrebato de pasión. Parecía mi primer beso. Hasta temblaba. Fue algo inocente, casi infantil, pero muy intenso. Sin más, sin movernos siquiera del sofá nos echamos a dormir abrazados. Ella tumbada sobre mí.

Desperté a medio día y no me quise mover para no despertarla. Quería disfrutar cada instante. No sabía cuando, pero ella pronto volvería a casa. Poco rato después ella despertó y me miró con una sonrisa en sus labios que pronto se torno en un gesto serio. Una lágrima corrió por su mejilla.
- Hay algo que no te he contado. -me dijo tensando todos mis músculos- Esta noche me voy. Cojo el autobus desde la estación a las nueve.

Sus palabras me dejaron helado. ¿Ya? ¿Tan pronto? No era justo pero aun así era normal. ¿Qué esperaba? No se iba a quedar aquí por mí y por un par de estupidos besos. La situación se volvió entonces un poco más tensa por la incomodidad que ambos sentíamos. La acompañé a coger un taxi y nos despedimos con un simple "Adiós".

El resto de la tarde me debatía entre la rabia y la autocompasión. Estaba sentado en mi habitación llorando por alguien a quien casi no conocía, o mejor dicho por a quien tan bien conocía en unas escasas horas. Pocos minutos habían pasado de las ocho cuando me decidí a enterrar mis dudas y mi orgullo. Me duché y me vestí tan rápido como pude y fui a la estación de autobuses. Llegué allí a las nueve menos cuarto. Temiendo llegar tarde me puse a buscarla frenéticamente por los andenes. Corría de un lado a otro esperando que nuestras miradas se volviesen a encontrar. Ya pasaban las menos diez cuando la vi aparecer con una enorme maleta y rodeada de sus amigas. Con el gesto serio y la mirada perdida caminaba hacia un andén en el que aún no había llegado el autobús. Me acerqué temeroso de que no se alegrase de verme.

Llegué a su lado a la vez que su autobús aparcó frente a nosotros. Me miraba indecisa, sin saber si llorar o sonreir. Sus ojos se humedecieron brillando aún más que de costumbre. Un beso cálido dió paso a un fuerte y largo abrazo que nunca debió terminar.
- Te quiero -le susurré balbuceando al oído dejando que fuese mi corazón quien moviese mis labios.
Ella me miró más sorprendida y desconcertada de lo que yo mismo estaba.- ¿Cómo has dicho? -preguntó.
- He dicho que te qui... -me tapó la boca con su mano.
- Por favor, no lo hagas más difícil.
- Dime que me quieres y lo dejare todo.
- Lo siento, no puedo. -respondió llorando.

Entonces sus amigas la llamaron desde la puerta del autobús que ya había arrancado. Las nueve y cinco. Ya se iba. Esto terminaba.
- Me tengo que ir. De verdad que lo siento. -dijo entre lágrimas para posteriormente darme un último, y no por ello menos especial, beso.
Cuando subía al autobus paró; dió media vuelta y me dijo: - Yo también te quiero.

Intenté correr hacia ella, pero el guardia no me dejaba pasar a los andenes. La vi alejandose mientras me miraba desde su ventanilla. Salí afuera intentando encontrarla entre la maraña de tráfico pero no la volví a ver. La había perdido para siempre.

Desde aquel ocho de Septiembre, cada día ocho de cada mes recibo una carta sin remite, pero sé que es de ella. En el interior siempre lo mismo, una hoja perfumada en la que escrito a mano reza:
"No te olvido."

Escrito por MäK a las 18 de Febrero 2005 a las 02:20 PM
Comentarios

LA HISTORIA HACE REFLEJAR UN ACONTESIMIENTO KE VIVE EN UNA MENTE DE TANTAS MILES PUESTO KE MIL INFINITOS Y NO MUCHOS HAN TENIDO UNA REALIDAD PROFUNDA COMO LA KE E ACABADO DE LEER.
SOLAMENTE HAY IRREFLEXXIONES KE EN UNOS CASOS SON INCOHERENTES.
PERO NO JUSGO OPINO...GRACIAS SI LO AS LEIDO

Escrito por FAILO BLACIO MEZA a las 1 de Noviembre 2005 a las 04:56 AM
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