10 de Marzo 2005

Relato - Sientese y cuenteme... (III)

TERCERA PARTE


No soy un inútil, repítetelo en voz alta Jorge y vete haciendo a la idea de que esa frase va a ser una de las que más deben retumbar ahora en tu cabeza.


Durante todos estos meses casi no me he entregado a otros casos, siendo éste el núcleo de mi trabajo en este centro. Me has ayudado a descifrar el origen subyacente de tu adicción. Ahora intentaré ayudarte yo a ti, si quieres, puedes y me dejas.


Gabriela ha hecho de ti siempre lo que ha querido, lo que le ha venido bien, quizás a ella o a la familia, para que nos entendamos Jorge, te ha comido todo tu terreno; el de padre, esposo, amante…


De una manera consciente o inconsciente a través de su temperamental carácter frente a tu vulnerable y frágil persona, ha ido ganando una batalla tras otra y a veces sin siquiera resistencia, hasta ser no sólo reina de su casa, sino de toda su familia.


Gabriela no contaba contigo para absolutamente nada y así tú ratificabas lo que ella misma te decía, que lo único que sabías hacer era traer dinero a casa. No dejaba que te ocupases de cosa alguna, te argumentaba que no sabías pero en realidad ni siquiera te daba la oportunidad de demostrarle que podía estar equivocada. Entonces, te refugiabas en la bebida sintiéndote rey en tu mundo de embriaguez, donde orgulloso y armado de valor utópico y perecedero, le soltabas a tu esposa todo lo que sentías, aunque fuese inservible.


Pero cuando aquel efecto te abandonaba volvías a aquella cueva donde eras esclavo de tu propio miedo a fracasar y de tu carácter quebradizo. El sumo amor que le tienes a tu esposa y la dependencia que la misma te hace sentir, agravan la situación y te impiden llegar a rebelarte, o mejor dicho, a dar tu versión de las cosas, que pueden coincidir o no con la de tu pareja. Te sentías aún peor, ya que te dabas cuenta de que ciertamente tenía razón ella: eras un inútil, incluso para expresarle el daño que te hacía al no pedirte opinión sobre nada.


Probablemente, Gabriela crea que lo que hace y como lo hace sea lo mejor para toda la familia; explicación que lo único que implanta en todos los miembros es un sentimiento de sumisión enorme, así vuelven a hacerse las cosas como ella ve oportuno. Tu esposa no te respeta Jorge, ni a los niños, no deja que hagáis lo que realmente queréis o necesitáis. Ahora los niños son pequeños pero, a medida que se vayan formando como persona, tendrán muchas cosas que reprochar, tanto a su madre por no haberle dejado vivir, como a su padre por no haberles defendido como merecían y quedarse impune ante tal situación de indignación para ellos.

Tienes que luchar por tus hijos Jorge, deberías al menos, ellos te necesitarán, tienen que ver la otra cara de la moneda; la de la libertad que también forma parte del aprendizaje humano. Exigirán la figura paterna. Eso si tienen carácter y quieren vivir en el sentido literal de la palabra. Puede ocurrir la posición opuesta, que sean clones de Gabriela, y de hecho, será lo más posible. La pequeña se refugia en ti ahora, pero cuando crezca puede que se apegue a su madre (la más fuerte) y te abandone poco a poco y casi sin darte cuenta, entonces pensarás que estás empezando a pagar el precio de no hacer sabido educar a tus hijos, cuando en realidad no es así, ha sido sólo el error de no ‘poder’ educarlos. En cuanto a Marcos ya imita el rol de su madre.

Si es así, probablemente, dentro de unos años haya en este centro o en otro una esposa que no ‘sabe’ ocuparse de su familia, y no es que no sepa, sino que no la dejará tu hijo. Se sentirá peor que tú porque es mujer y esta sociedad por mucho que quiera cambiar sigue teniendo arraigadas sus costumbres retrógradas.


Tú puedes evitar que otra familia por no hablar, no echarle valor y no poner cada cosa y persona en su sitio, fracase como la tuya Jorge. Gabriela nunca te ha dado la oportunidad de hacer las cosas y tú te has conformado sin luchar por lo que querías en el fondo. El precio es que te has perdido muchos momentos que a lo peor no tendrás la ocasión de vivirlos otra vez, al menos con Marcos y Carmelilla. Nunca le has podido dar de comer a tus hijos, pasear con ellos, llevarlos al colegio, enseñarles a vivir… para eso estaba Gabriela, para impedirte que disfrutaras de tus hijos, para no dejarte que vieses su día a día. Ahora, tu vida, la de tus hijos e incluso la de las parejas de tus hijos, está en tus manos. Debes elegir y empezar a tomar caminos que te llevarán o no a buen puerto.

Fue la sesión que mi psiquiatra habló sin lugar a dudas, mucho más tiempo que yo. No gesticulé en todo su discurso. Cuando acabó una sensación extraña me atravesó todo el cuerpo, nunca había sentido algo similar siquiera, era como si hubiese vomitado toda la ansiedad que llevaba consumiéndome durante largos años.


La situación nos contestaba con el silencio y yo cerré los ojos –por fin sé por qué lo hacía– pensé desahogado.

FIN

PS: Este relato no es mio (ni las anteriores partes) pero de todos modos quise compartirlo con vosotros.

Escrito por MäK a las 10 de Marzo 2005 a las 10:07 PM
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