Tras meses preparándolo había llegado el momento de Mayhem 3.0. Todos nosotros salimos en pequeños equipos. Cada uno desempeñaba su propia tarea. Un engranaje perfectamente diseñado. Hoy acabaríamos con los tres centros comerciales más grandes de la ciudad. Kusack había contactado con algunos grupos anarquistas y haciendo uso de su labia y carisma los había engatusado para que colaborasen en las primeras acciones del plan. Divididos en grupos fuimos entrando en la gran superficie. Así conseguimos llamar menos la atención. Nosotros tan solo debíamos esperar la hora.
A las 17:05, mientras paseábamos junto a las largas colas esperaban para pasar por caja saltó la alarma de uno de los arcos de salida. Las miradas se centraron en un joven de unos veintisiete años que estaba pasando por él. En ese instante dos guardias que estaban cerca de una de las salidas se acercaron hacia él. Aun no habían llegado cuando una nueva alarma saltó. Esta vez en el otro extremo del hipermercado. Uno de los guardias se dirigió hacia allá sorprendido de ver en el arco a una mujer madura y bien vestida. Pronto sonó una nueva alarma. Y otra después. Y otra. Así, en menos de cinco minutos casi todas las alarmas estaban sonando ininterrumpidamente. El personal de seguridad no daba a basto y las colas se ampliaban. Las quejas eran numerosas y el caos se iba apoderando lentamente de la situación. Los otros habían conseguido saltar todas las alarmas pasando con objetos robados por los arcos, escondiendo antirrobos en bolsos de ancianas distraídas y otras tácticas similares. Era muestro momento. En medio de aquel descontrol nadie se fijaría. A las 17:14 nos dispersamos. Cada cual tenía su punto de ignición. En un par de minutos todos habíamos soltado nuestras mochilas bajo alguna estantería o similar. Cargas de napalm casero que estallarían en unas pocas horas. Sin mas problemas salimos de allí.